miércoles, 4 de marzo de 2015

El Camino Primitivo.... primeras sensaciones

Por qué el Primitivo y no el Francés? Tendría muchos argumentos para decidirme por el primero: que el francés es turístico; que no hay mucho de Camino sino que se transita por ruta, que eso no es peregrinaje sino un paseo, y así un sinnúmero de excusas que lo hacen quedar bien a uno.
Pero la realidad es que no me daban los plazos (35 días contra 13 del Primitivo), ni los recursos económicos para hacerlo.

Sabía que tenía que atravesar Asturias y Galicia por “arriba”, pero no tenía idea de nada. Absolutamente de nada. Mochila cargada con más de 10 kg, muchas ganas de hacerlo y sin expectativas. Dejar que el Camino me sorprendiera. Y creo que fue lo mejor que pude hacer.
El Camino de Santiago te revela todo a su tiempo, te dá todo, y también te toma todo. Contaba con una guía de lo que estaba por hacer, y los recursos eran cortos
.
Siguiendo la estela que Alfonso II el Casto y su séquito dejaron, allá por el siglo IX, en su camino hacia el recién descubierto sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor, comencé la peregrinación desde la catedral de San Salvador. Salí de Oviedo cargado como mulo, pidiendo orientación a todo el mundo  porque conocía nada de esa gran ciudad. 

Apenas saliendo ya, se ve la primera cuesta. A lo lejos veo tres personas que llevan mochila, bastón de trekking y ropa adecuada. Yo? Improvisado total, encuentro una vara, un palo simple, gastado, reseco que me ayudó en mi primera subida, haciéndomelo más fácil. Y además, comenzó algo que –al igual que el palo- me iba a acompañar casi todo el Camino. La lluvia.

En mis adentros pensaba en el por qué estaba allí, para qué había dejado toda mi vida atrás en pos de algo que era desconocido. Y a mi edad………..

Contaba con barritas energéticas y barritas energéticas y barritas energéticas. Nada más. Ni botella de agua ni nada que me alimentara, salvo barritas energéticas. 

Es curioso cómo la soledad te fortalece y te hace tomar conciencia de la inmensidad del todo. Afloran los sentimientos más profundos, sensaciones de recogimiento, duda, miedos, admiración, amor,  placer, libertad…  todo junto se entremezcla en una alquimia que permite dejar lo peor y tomar lo mejor de uno mismo.


En el momento de más necesidad, este trío de gallegos (Nerea, Ito y Felipe) se transformaron en mi guía, mi escriba y mi sacerdotisa caminantes. Me contaron, me explicaron, convidaron de su vianda y agua, y me enseñaron. Me enseñaron que el Camino te da todo lo que necesites. Las fuentes donde abrevar, los manzanos con su fruta a punto, las castañas libres de su coraza y hasta kiwis fueron alimentándome todo ese tramo.


El Camino de Santiago lo puedes hacer de muchas formas y con muchos propósitos, desde el deportista que lo hace por proponerse un desafío, pasando por aquél que quiere alejarse del ruido y de la gente para sentir su soledad, el montañista, los que lo hacen de luna de miel, el curioso, el que acompaña a un amigo, el que acompaña al que acompaña,  el peregrino “talibán” que lo hace como ofrenda y agradecimiento al apóstol Santiago por el año vivido. Y todo es perfecto.


Mi caso no fue ninguno de ésos. Yo buscaba mi reencuentro conmigo mismo, con mi Yo, con el quién soy, para habitarme por completo, dejando a un costado todas aquellas cosas que ya no quería. Necesitaba soltar, necesitaba tomar, necesitaba saber, para poder tomar lo que es mío. Y lo mejor y lo peor de hacer ese trabajo, es que no puedes escaparte de ti mismo. En una ciudad o desarrollando una actividad uno se evade, se ocupa para evadirse, no quiere verse tal como es… y eso en el Camino no se puede hacer.



2 comentarios:

  1. Bueno, vamos esto recien empieza...

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  2. FUERTE, VALIOSO,CAUTIVANTE COMO LA VIDA MISMA...EL PODER VER , OIR , SENTIR EL DON DE LA VIDA TE HACE MAS GRANDE,MAS HUMANO, MAS Y MAS
    FELICIDADES!!!!! ESTO ES EL COMIENZO.

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