viernes, 6 de marzo de 2015

Segundo día de peregrinaje... rumbo a Salas

El sonido de la lluvia fuerte sobre mi cabeza y la campera que cubría media mochila, me llevaron a mis adentros. No podía escucharse otra cosa, no podía verse más allá de unos metros y los refugios eran los árboles que caían sobre el Camino formando casi una glorieta natural.

Esa parte fue desgastante físicamente. La falta de costumbre de subidas y bajadas, de piedras que hacían que resbalara, junto con la carga de la mochila (era solamente la de la mochila?), hicieron que quedara en Grado, pueblo cercano al primer albergue municipal. No tenía fuerzas, tenía hambre,  frío y la ropa mojada.
A pesar que el cielo me permitió moverme los últimos kilómetros sin más agua, todo era difícil. Desde caminar cien metros, ver que el albergue estaba allá arriba, especular sobre si habría o no plaza, y todo pesaba…..

Noche en Grado, baño caliente, cena peregrina y vino de compañía. Desarmada la mochila para que secara la ropa y acomodar mejor los bártulos que llevaba, dormí. Dormí profundamente hasta el otro día.

El segundo día me encuentra con alegría y ganas de arrancar. Después de un abundante desayuno, emprendo la subida….. Había hecho 25,8km el día anterior, y me esperaban otros 24,8 hasta Salas. Paisajes increíbles, las vistas en las bajadas son sobrecogedores. Arrancaron alguna lágrima. Fui bendecido con el estar allí, en ese momento,  ese día. Simplemente así.

Cruzando aldeas, con las casas típicas de la zona hechas con piedra sobre piedra, con gente mayor… muy mayor y el dato curioso: no hay gente joven. Basada en una economía de ganadería lechera, y agricultura uno se siente viviendo en otro tiempo.




El barro fue la compañía de ese día junto con algunos chubascos. Llegar al Monasterio de San Salvador, ver como el tiempo dejó su huella en un lugar que fue refugio de peregrinos, me arrimé a ver un cartel indicador de distancias y leer Ushuaia 13.600 km, y Montevideo 11.200 km… , beber y cargar agua en la botellita de la fuente natural, compartir almuerzo con mis hermanos gallegos de camino  en un descanso fue sencillamente maravilloso, pero había que  seguir hasta el albergue municipal.




El Camino tiene muchas cosas que sorprenden. Y continuamente, no es esporádico o en determinados lugares…. Siempre sorprende.  Y para cada uno es diferente. Lo que para mí es bendición, para los demás puede ser desgracia. El silencio es una de esas cosas. Escuchar mi corazón mientras oigo la lluvia o el canto de los pájaros o el mugido de una vaca a lo lejos, me llenaba de gozo. Me llevaba ahí, precisamente ahí, donde no quería estar. 

Y sentía como si esas sensaciones fueran algo que daba vueltas y vueltas como si un puñal se retorciera en la herida, hasta que sanara. Y continuaba con la siguiente. Una a una. Sin prisa, pero sin pausa. Hasta que no lograba darme cuenta qué era lo que me pasaba, el por qué, y como dejarla el Camino insistía. Y no podía escaparme de allí…



Tenía mis primeros demonios en puerta...

3 comentarios:

  1. Vivvimos momentos hermosos, sensaciones que se almacenan en el alma como el rico de los tesoros. El camino nos une para siempre, nunca nos fuimos de el amigo Eduardo, compartiremos nuestras vidas unidas para siempre con hermosos hilos de planta Buen Camino en tu vida amigo.

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    1. Mil gracias mi hermano peregrino. Hay momentos en los que estoy allá, caminando junto a ustedes bebiendo de la sabiduría de los Antiguos, y disfrutando del gozo de lo que significó Caminar.

      Gracias a ustedes por acompañarme con su silencio, con sus risas, con su corazón. Seguimos caminando.

      Y poco a poco van tomando forma los sentires, poco a poco se transformarán en palabras que dirán por dónde hemos andado.

      Fuerte abrazo Antonio

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  2. Vivvimos momentos hermosos, sensaciones que se almacenan en el alma como el rico de los tesoros. El camino nos une para siempre, nunca nos fuimos de el amigo Eduardo, compartiremos nuestras vidas unidas para siempre con hermosos hilos de planta Buen Camino en tu vida amigo.

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