El
sonido de la lluvia fuerte sobre mi cabeza y la campera que cubría media
mochila, me llevaron a mis adentros. No podía escucharse otra cosa, no podía
verse más allá de unos metros y los refugios eran los árboles que caían sobre
el Camino formando casi una glorieta natural.
Esa
parte fue desgastante físicamente. La falta de costumbre de subidas y bajadas,
de piedras que hacían que resbalara, junto con la carga de la mochila (era
solamente la de la mochila?), hicieron que quedara en Grado, pueblo cercano al
primer albergue municipal. No tenía fuerzas, tenía hambre, frío y la ropa mojada.
A
pesar que el cielo me permitió moverme los últimos kilómetros sin más agua,
todo era difícil. Desde caminar cien metros, ver que el albergue estaba allá
arriba, especular sobre si habría o no plaza, y todo pesaba…..
Noche
en Grado, baño caliente, cena peregrina y vino de compañía. Desarmada la
mochila para que secara la ropa y acomodar mejor los bártulos que llevaba,
dormí. Dormí profundamente hasta el otro día.
El
segundo día me encuentra con alegría y ganas de arrancar. Después de un
abundante desayuno, emprendo la subida….. Había hecho 25,8km el día anterior, y
me esperaban otros 24,8 hasta Salas. Paisajes increíbles, las vistas en las bajadas
son sobrecogedores. Arrancaron alguna lágrima. Fui bendecido con el estar allí,
en ese momento, ese día. Simplemente
así.
Cruzando
aldeas, con las casas típicas de la zona hechas con piedra sobre piedra, con
gente mayor… muy mayor y el dato curioso: no hay gente joven. Basada en una
economía de ganadería lechera, y agricultura uno se siente viviendo en otro
tiempo.
El
barro fue la compañía de ese día junto con algunos chubascos. Llegar al
Monasterio de San Salvador, ver como el tiempo dejó su huella en un lugar que
fue refugio de peregrinos, me arrimé a ver un cartel indicador de distancias y
leer Ushuaia 13.600 km, y Montevideo 11.200 km… , beber y cargar agua en la
botellita de la fuente natural, compartir almuerzo con mis hermanos gallegos de
camino en un descanso fue sencillamente
maravilloso, pero había que seguir hasta
el albergue municipal.
El
Camino tiene muchas cosas que sorprenden. Y continuamente, no es esporádico o
en determinados lugares…. Siempre sorprende. Y para cada uno es diferente. Lo que para mí
es bendición, para los demás puede ser desgracia. El silencio es una de esas
cosas. Escuchar mi corazón mientras oigo la lluvia o el canto de los pájaros o
el mugido de una vaca a lo lejos, me llenaba de gozo. Me llevaba ahí,
precisamente ahí, donde no quería estar.


Tenía mis primeros demonios en puerta...
Vivvimos momentos hermosos, sensaciones que se almacenan en el alma como el rico de los tesoros. El camino nos une para siempre, nunca nos fuimos de el amigo Eduardo, compartiremos nuestras vidas unidas para siempre con hermosos hilos de planta Buen Camino en tu vida amigo.
ResponderEliminarMil gracias mi hermano peregrino. Hay momentos en los que estoy allá, caminando junto a ustedes bebiendo de la sabiduría de los Antiguos, y disfrutando del gozo de lo que significó Caminar.
EliminarGracias a ustedes por acompañarme con su silencio, con sus risas, con su corazón. Seguimos caminando.
Y poco a poco van tomando forma los sentires, poco a poco se transformarán en palabras que dirán por dónde hemos andado.
Fuerte abrazo Antonio
Vivvimos momentos hermosos, sensaciones que se almacenan en el alma como el rico de los tesoros. El camino nos une para siempre, nunca nos fuimos de el amigo Eduardo, compartiremos nuestras vidas unidas para siempre con hermosos hilos de planta Buen Camino en tu vida amigo.
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